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XXV Aniversario de Gradiva

Septiembre 2014

1989-2014: 25 años después

María Elena Sammartino

Presidente de Gradiva

 

25 años después de aquel mes de septiembre de 1989 uno se asombra de la rapidez con que el tiempo se ha llevado al tiempo, los pasos han recorrido caminos y los caminos se hancruzado con otros caminos y con otros caminantes que decidieron acompañarnos en las posadas en las que hemos ido recalando para ofrecer los frutos del trabajo sostenido a lo largo de los años. 

Hoy hacemos otro alto en el camino, en esta posada volvemos a tener la alegría de compartir pensamientos y fiesta con tantos colegas, amigos, compañeros de camino a los
que queremos agradecer y expresar nuestro afecto y reconocimiento por estar allí, por estar aquí, sea cual fuese el lugar desde el cual han compartido
tiempo, escucha y risas con nosotros.

25 años después, la pequeña Gradiva se ha hecho mujer y se pregunta qué ha cambiado en ella y qué es lo que retorna de su infancia como sus marcas constituyentes, como las señas
de identidad con que acabó recibiendo un nombre y un destino.  Sabemos que cada etapa va transcribiendo las vivencias previas en un nuevo contexto pero que siempre hay un núcleo de sentido que se mantiene, salvo que una tormenta tenga tal intensidad y produzca tanto dolor que rompa la continuidad. Cosa que no ha sucedido a Gradiva, que vive y ha vivido tormentas, como la vida misma, pero no abandona los pasos que la preceden mientras camina nuevos caminos.

También en la Gradiva original, la del delirio y los sueños, Freud busca afanosamente dar cuenta de aquello que retorna en los sueños, en los hechos, también en el delirio; encuentra
allí los deseos secretos, los amores de infancia, los vínculos primarios, tras un escenario manifiesto que no deja de expresar lo viejo en lo nuevo.  Porque el tiempo en verdad es un tiempo
circular, que reflexiona sobre sí y transforma lo pasado a medida que avanza hacia el futuro, salvo que el tiempo se coma a sí mismo, que las repeticiones no se abran a nuevos intereses  y la capacidad simbólica quede atascada.

Así ocurre en la vida de muchos seres y grupos humanos,  también acontece en  el juego de los niños que no pueden entrar en un circuito benéfico de simbolización y repiten una y otra vez la decepción o el vacío.  ¿Y por qué nombro aquí el juego infantil?

Estudiar, pensar e intercambiar, debatir sosegada o acaloradamente sobre la teoría, la técnica o la clínica, son una serie que nos toca y nos compete como analistas y como
miembros de Gradiva; en un sentido winnicottiano, toda esa actividad se encuentra en la órbita del espacio potencial de creación que nace con el jugar infantil.   

Aquí podríamos detenernos un momento y avanzar por ese cauce analógico que acabamos de abrir, mirar el paisaje y preguntarnos por la fuerza que impulsa el devenir.  Propongo pensar en aquello que incentiva la puesta en marcha del juego y sus derivados adultos dentro del área de la sublimación y el placer por trabajar y estudiar.  ¿Cuál es el motor del juego? ¿Por qué el juego busca su repetición?

Pensar el sentido y la fuerza del juego nos lleva naturalmente al juego del carretel, punto de partida de un saber que fue creciendo y que hoy nos permite decir que, en sentido freudiano, el juego intenta una y otra vez dar representación a lo que falta, primero a la ausencia materna, luego a las distintas formas de la incompletud y del conflicto, a las vivencias que buscan su lugar en la trama de pensamientos para entrar en el circuito del desplazamiento y el símbolo.  Ese es el motor del juego simbólico.

Dice Green que la repetición compulsiva del juego va simbolizando lo ausente, en verdad todo loque se resiste a ser dominado y que somete al sujeto.  El juego es acción y vuelve activo aquello
que se padece pasivamente.  En el recorrido mismo del jugar el niño va naciendo como sujeto. Green va mucho más allá en su análisis del juego simbólico y entre otras cosas incluye todo el amplio dispositivo que forma parte de la construcción de un sintagma lúdico que se repite. Así, la puesta en escena incluye el dispositivo físico (el espacio, los juguetes, las partes del cuerpo y de la mente puestas en juego), el motor, (es decir, aquello que escapa a lo ya asimilado), y uno o varios observadores. 

Jugar es simbolizar, primero la ausencia, luego las distintas caras de la incompletud. A pesar de la repetición, nunca se retorna exactamente al punto de partida;  pero los cambios reflexionan sobre sí y ensanchan el campo de lo que se desea ligar.

Con Freud buscando la fuerza y el sentido, con Winnicott por maestro de la mirada, y con Green ensanchando la metapsicología,  bien podríamos atrevernos a proponer una analogía y ver a nuestra Gradiva como una mujer que disfruta  jugando a los juegos que mueven sus deseos e invitando a otros a jugar con ella.

¿Se sostiene su juego en las marcas del origen?

El dispositivo de base se mantiene como fue creado hace 25 años: las reuniones generales y los módulos o grupos de investigación y estudio.  A este dispositivo se añadió más tarde un local propio y la apertura de actividades docentes, conferencias e invitaciones a colegas.  Las Jornadas de Intercambio en Psicoanálisis, 9 hasta ahora, se convirtieron también en parte del dispositivo que facilita la puesta en juego del saber y que culmina en la publicación de un libro colectivo.

Releyendo las Bases para la constitución del grupo, todavía sin nombre, aprobadas en junio de 1989, encontramos lo siguiente:

Se constituye un grupo de intercambio científico cuya objetivo central será la profundización rigurosa en la obra de Sigmund Freud.

Poco después precisa:

El grupo será receptivo a la riqueza de aportes de las distintas corrientes psicoanalíticas así como a otras lecturas de la obra freudiana.

El motor consensuado, pues, el estudio, el conocimiento profundo de la obra de Freud, abierto a las distintas corrientes psicoanalíticas y a otras lecturas de la obra de Freud. 

El camino iniciado por Gradiva hace 25 años se sostiene y se complejiza al andar  con las miradas de autores que ensanchan y continúan el pensamiento freudiano a partir de los gérmenes diseminados a lo largo de toda su obra. La lectura lacaniana de la obra de Freud ha marcado la forma de leerlo en muchos compañeros de Gradiva. Otros ponen el acento en la mirada de Bion sobre los descubrimientos freudianos o en las aperturas de la Escuela de psicosomática de París. 

El saber particular y el común de los miembros de Gradiva se fue enriqueciendo a lo largo del tiempo, primero con el aporte de colegas cercanos como Belinsky, Shutz, Korman o Aragonés; luego con otros pensadores como Maldavsky o Maruco, más tarde, Winnicott y finalmente a lo largo de estos últimos 15 años con la obra de Green y otros pensadores franceses en los que confluye de forma superadora y coherente el aporte de autores tanto de la escuela inglesa como de la escuela francesa, sobre el lecho profundo y generoso del pensamiento freudiano.

El motor sigue vivo, pues.  Más allá de los avatares propios de los escenarios de juego en los que las fantasías y los afectos hacen y deshacen sus enredos, se impone siempre la meta: estudiar, pensar, intercambiar, escribir, discutir psicoanálisis, teoría y clínica, volviendo a la genialidad de los fundadores a buscar nuevas semillas para repensarlas a la luz de lo nuevo, para contribuir al crecimiento de lo que ya se ha gestado.

Y en este camino arduo, una y otra vez os hemos invitado a jugar juntos, a pensar y a escucharnos tanto en casa, en nuestro local, como en las Jornadas de Intercambio en psicoanálisis, en las que hemos tenido la alegría de contar con tantos compañeros que han aceptado nuestro escenario de juego para contarnos sus experiencias y reflexiones,  y tantos otros, amigos, colegas o futuros psicoanalistas, que han participado con su presencia, con sus contribuciones, con sus preguntas, y por qué no decirlo, también con su compañía y afecto.  Desde hace unos meses, en ese espacio de juego empiezan a germinar nuevas semillas.  Se trata de la gestación del Espai alumnes i exalumnes que crece pausadamente y con la ilusión de convertirse en otro hervidero de pensamiento y creatividad que nos enriquezca a todos.

A todos ellos, a todos vosotros, gracias por acompañarnos y por estar hoy aquí.  Tal vez aquel 25 de septiembre de 1989 en el que se suscribió el acta fundacional de Gradiva no podíamos imaginar  que ese bello sueño avanzaría como la Gradiva, sin pausa, que otros muchos colegas se irían sumando a su paso a lo largo del camino y haciendo de este grupo su casa psicoanalítica. Y finalmente, que nos encontraríamos con tantos de vosotros en los cruces del camino, para disfrutar juntos de este saber y esta práctica apasionante como ninguna, al menos así la siento yo.

Hoy jugaremos de verdad otra vez. Y por todo lo alto. 

Hemos hecho jugar el título del texto original de Freud  El delirio y los sueños en la “Gradiva” de W. Jensen, donde como sabéis, Freud aplica el saber psicoanalítico logrado en ese momento, la teoría de los sueños y de la neurosis, a una novela escrita por Jensen, un contemporáneo de Freud. Hemos deconstruído el título tomando a Gradiva como institución y como figura mítica en la cultura, hemos decidido bordar el tema del delirio y los sueños desde el psicoanálisis y desde su expresión en la música, la ópera en particular.  

Esta mañana estará dividida en dos partes. En primer lugar esta mesa en la que a continuación hablarán dos compañeros de Gradiva,
Antonio Soler sobre Los pasos de Gradiva. Psicoanálisis y cultura, y luego Octavio García nos introducirá En los laberintos del sueño y el delirio.
Al finalizar estas exposiciones, habrá un espacio para el diálogo con todos vosotros, en el que podremos compartir ideas, reflexiones o sentimientos sobre todo lo dicho en la mesa por cada uno de nosotros.

En la segunda parte de la mañana,  el Recital lírico sobre  El delirio y los sueños en la ópera, organizado por el tenor  Marc Sala.
El recital será presentado por nuestra compañera María José García.

Al finalizar el espectáculo, brindaremos con una copa de cava en los jardines de la Casa.

Para terminar, queremos hacer un pequeño homenaje a dos de nuestros miembros fundadores y activos participantes de la vida científica y social de Gradiva a lo largo de muchos años.  Son dos personas que generosamente siempre nos han brindado su saber, su consejo, su estímulo y su tiempo. Se trata de quienes hoy son miembros honorarios de Gradiva, María Luisa Siquier y Andrés Cabo, compañeros y amigos,que siempre creyeron en el futuro del proyecto que iniciamos hace 25 años y quese comprometieron personalmente en la vida de la Asociación de la misma forma que siempre han vivido comprometidos con la teoría y la clínica psicoanalítica.

Haremos entrega de un ramo de flores a cada uno como símbolo de nuestro cariño y agradecimiento.

Muchas gracias.

 

María Elena Sammartino

27 de septiembre de 2014